[Escena: escribiendo una carta]
Aquel día comprendí que el pasado ya fué, quedó atrás y se
volvió una escuela. Así que te preguntaré algo sobre mi/nuestro[1]
presente.
Tengo entendido que estás sanando tu insomnio, tu migraña,
tu “loquera”. Si es así, mi pregunta es ¿cómo le haces?, ¿de qué te agarras, o
de quiénes?, ¿tomas pastillas, cuáles? ¿hierbas? ó ¿todavía arañas paredes con
las uñas?
Yo desde hace cuatro años ya no araño paredes[2]
- ¿Arañar paredes?
Sí. Literalmente arañar paredes es cuando
voluntariamente decides tomar dosis altas de medicina psiquiátrica porque sabes
es lo mejor para tus vínculos cercanos y para el colectivo. La descarga es tan severa
que la sientes literalmente correr entre tus nervios y gritas de la extraña
sensación que busca salir como alfileres por debajo de tus uñas…
Y es ahí en medio de ese dolor y sensación
tan escalofriante que no te queda más remedio que “liberarla” por ese espacio diminuto
entre tus dedos y tus uñas arañando paredes mientras gritas con el alma desnuda
y quebrantada…
Mientras tu espejo te mira perplejo,
asombrado, conmovido y asustado lamentando en lo profundo de su alma el sonido
escalofriante de tus uñas rechinar.
[Pausa, mirando a los
espectadores]
Escribo esto y lloro.
Los recuerdos inundan mi mente.
Recuerdo correrlo de la cama y hacerlo dormir en el piso.
Es mi manera de reprocharlo, y me excuso diciéndole que le
huele la boca y lo traumo.
Prefiero dormir esa noche en la cama con mi padre.
Es mi manera de mostrarle cómo deseo ser amada…
Ingenua yo que creo todavía en la pureza. Pero ¿qué acaso el
amor de un padre primerizo no es el más fuerte, auténtico, puro y complejo que
existe?
Es mi manera de decirle que la verdad duele y que a veces
prefiero la mentira para seguir creyendo en lo inefable.
Pero ¿qué acaso crecer no es también aceptar “lo sucio, lo
promiscuo, lo pervertido, lo desviado, la mentira, lo roto”?
[Pausa, mirando y
hablándole a un hombre]
Y ¿qué acaso no es lo que tú buscabas enseñarme?
Y ¿qué acaso no era esa nuestra única promesa?
Decirnos la verdad aunque nos rompiera.
Y cuando lo entendí, dos años después; y te puse todo en
bandeja de plata, no fue tu voz inmaculada la que dijo: yo no puedo con eso,
mejor terminamos.
[Pausa, hablándole al
aire]
Ahora entiendo a Sor Juana cuándo escribió Hombres necios.
Guerreraos Ríaos, 2021
[1] Escribo
mi/nuestro porque creo que nos co-construimos, y ese borde en donde termino yo
y empiezas tú es poroso. También para dar opción al lector de elegir; algo fundamental
en la literatura, como en la Rayuela (que por cierto nunca leí) pero me gusta
su estructura.
[2]
Arañar paredes, ¿qué es eso? ¡Imagínatelo!, se creativo. A dónde y hasta dónde
te lleva tu mente. Figuradamente, es eso. Lo que imagines. Imagíname a mi
desnuda arañando paredes. O a ti. O a tus amantes. Pero literalmente...